Día: 29 de febrero
Autor:
Mario Vargas Llosa
Mario Vargas Llosa
nació en Arequipa (1936), su infancia transcurrió en Cochabamba
(Bolivia) y Piura (Perú).
Después de terminar sus estudios de Literatura y Derecho en la
Universidad de Lima realizó, en 1958, un viaje a la selva amazónica
que fue impactante y decisivo en sus novelas, tanto por la
exuberancia de la naturaleza, como por la crueldad y la violencia a
la que se exponían las personas que habitaban en ella,
“Descubrí
que en esa apartada región (apartada por la falta de comunicaciones,
pero situada a pocas horas de vuelo de Lima), la vida era para los
peruanos algo retrasado y feroz, que la violencia y la injusticia
eran allí la ley primera de la existencia”.
Las
obras de Mario Vargas Llosa han obtenido numerosos premios, entre los
que destacan el Príncipe de Asturias de las Letras en 1986, el
Cervantes en 1994 y el Nobel de Literatura en 2010. “La
casa verde”,
su
segunda novela, publicada en 1966, fue acreedora del Premio
Internacional de Novela Rómulo Gallegos, en 1967. La obra está
considerada como una de las fundacionales del boom latinoamericano
del que Vargas Llosa es uno de los principales exponentes. En ella,
el autor mezcla
autobiografía con ficción y realidad, utilizando las
nuevas técnicas narrativas asimiladas de algunos de los escritores
más relevantes de la primera mitad del siglo XX y, como el mismo
apunta, su principal deuda es con William Faulkner.
En
la historia de “La
casa verde”,
Vargas Llosa además de tener una técnica muy trabajada, utiliza un
lenguaje muy peruano que marca las diferencias entre los dos
principales escenarios del norte de Perú, en los que la novela
transcurre. En primer lugar, Piura, ciudad de la costa rodeada por un
desierto y con dos barrios rivales entre si, la Mangachería, que
representaba la vida bárbara y la Gallinacera. El otro escenario de
los sucesos de la novela es la selva amazónica, donde se encuentra
el pueblecito de Santa María de Nieva, que surgió alrededor de una
Misión de religiosas españolas que acogían a niñas nativas para
evangelizarlas y civilizarlas y donde, además, había un puesto de
la Guardia Civil. Así mismo, en el alto Marañón, en la región de
Urakusa, viven diversas tribus amazónicas como los aguarunas,
los huambisas o los shapras, conocidos
como “los chunchos” y dedicados al comercio de caucho y pieles.
Mario
Vargas Llosa hace evidente que el imaginario y el recuerdo se funden
para incrementar la intensidad de la descripción de ese mundo que
tanto le ha impactado y que quiere que también nos impacte a sus
lectores. Está técnica evita descripciones repetitivas y profundiza
en el drama social que quiere fotografiar. La novela narra varias
historias relacionadas entre sí con diálogos que mezclan espacios y
tiempos, y numerosos personajes que tienen como nexo de unión la
casa verde de Piura. Las historias principales en torno a las cuales
gira la obra son: la de don Anselmo, el forastero que levanta la
mítica casa de placer la
Casa Verde
en las afueras de Piura; la del Sargento de la Guardia Civil Lituma,
que junto con tres amigos mangaches forma el grupo de los
“inconquistables”; la del contrabandista Fushía,
brasileño-japonés, que se oculta en el rio Santiago en la selva
peruana frontera con Ecuador, con la joven iquiteña Lalita; la de
Bonifacia, una de las pupilas que, tras ser expulsada de la Misión,
se casa con el Sargento Lituma; y la de Jum, cacique aguaruna, de la
localidad de Urakusa (Alto Marañón) que, igual que otros indígenas,
negocia con los patrones el comercio del caucho y de las pieles.
Para
completar el análisis de la novela, en el club de lectura se ha
leído, también, un pequeño relato de Mario Vargas Llosa “Historia
secreta de una novela”, publicado en 1971, donde el autor explica
el proceso de escritura de “La casa verde”, cuales eran las
noticias que le proporcionaban los personajes más significativos y
como la obra va acompañada de un largo trabajo de investigación
para recrear los diferentes escenarios en que los personajes se
desenvuelven.
“Los
mitos y las leyendas en la selva son como sus árboles y flores:
nacen veloces, cobran en un abrir y cerrar de ojos una escandalosa
vitalidad y con la misma rapidez se pudren y desaparecen para dejar
el sitio a otros”.